SACRAMENTO.- "!Es una cosa horrible! Cuando estoy comiendo es cuando más me acuerdo de mi hijo, y digo, sabrá Dios que le den de comer. A nadie le deseo esto que estoy viviendo", dice María Solorzano, anegada en llanto.
Y es que desde hace dos años que se llevaron a su hijo a la Prisión Estatal de Pelican Bay, no ha podido ir a visitarlo.
María Solorzano de 66 años vive en Bakersfield. Sus ingresos no le alcanzan para pagar un viaje, que en automóvil, toma 18 horas hasta Crescent City, casi en la frontera con el estado de Oregon donde está ubicada la Prisión Estatal de Pelican Bay.
Su hijo está en prisión por la ley Tres Delitos y Fuera y enfrenta una condena de 25 años a vida por dos delitos de robo.
"Nosotros vivimos del seguro social. Yo recibo 506 dólares al mes y mi esposo 1,386 dólares. De ahí tenemos que pagar 1,200 dólares al mes por la hipoteca de la casa", explica.
"A veces cuando no nos alcanza, tengo que pedir comida a la Iglesia y a los bancos de alimentos", cuenta.
María Solorzano es una de las miles de madres y padres hispanos mayores de 60 años que viven una doble tragedia: tienen a sus hijos en prisión y sus escasos ingresos, provenientes principalmente del seguro social, no les alcanzan para ir a visitarlos.
Según el Comité Nacional para Preservar el Seguro Social y Medicare, una organización nacional, los hispanos laboran en empleos que pagan poco en los que normalmente no les ofrecen un plan de ahorro para su jubilación, y por eso el seguro social puede convertirse en su única fuente de ingresos.
Y ofrecen cifras concretas: 53% de los hispanos vive a expensas del Seguro Social para el 90% de sus ingresos. Y el 44% viven sólo del seguro social.
Entre muchos de esos hispanos ancianos que viven sólo del seguro social está la propia María Solorzano quien además está muy enferma.
"Sufro de diabetes, colesterol elevado, los discos de arriba de la espalda los tengo mal , y me pegan unos dolores terribles", dice preocupada porque hace apenas unos días la acaban de operar de cataratas.
María dejó de trabajar en 1982 en una fábrica de bocinas en San Fernando para cuidar a su esposo que era mecánico de aviones y que empezó a sufrir ataques epilépticos.
Vino de México a California y desde niña trabajó en el campo pero de manera formal se registró en el seguro social, pero sólo por cinco años de trabajo.
Jess Cruz, director de Latinos por una Jubilación Segura (LSR), una organización creada a nivel nacional para oponerse a cualquier recorte al seguro social o a la edad de jubilación, dijo que "el seguro social se ha convertido en un seguro para la comunidad hispana en su vejez debido a que viven más que otros grupos étnicos".
El reporte, El Plan por un Nuevo Futuro: El Impacto de la Reforma del Seguro Social en la Gente de Color revelado en octubre de 2011, establece que los latinos que cumplen 65 años viven hasta los 85 años en promedio, tres años más que cualquier otro grupo.
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