viernes, 16 de marzo de 2012

Albert Einstein: Una vida para analizar en familia

Una biografía que todas las familias debieran leer y debatir, una vida llena de esfuerzo y éxitos, todos podemos tener un Einstein en casa, depende de los mayores escuchar, comprender e incentivar a nuestros hijos, sobrinos y nietos. 

Albert Einstein nació en Ulm, Alemania, ciudad recostada a orillas del Danubio, el 14 de marzo de 1879, hace 133 años. Su padre tenía una pequeña fábrica de electromecánica, a su madre le gustaba el arte y a los dos años nació su hermana menor. A Albert le resultó difícil el aprendizaje y le costaba pronunciar palabras, por lo cual rumiaba sílabas en forma incesante. (Hoy entraría en alguna categoría de autismo). Su hermana contó una vez: "Albert procedía como si cada palabra tuviéramos que arrancársela de los labios, nuestros padres se desesperaban y parecía que nunca aprendería a hablar en forma correcta, cuando ya había cumplido los siete años aún repetía en voz baja, las pequeñas frases que los mayores nos enseñaban, era retraído y le gustaban los trabajos de carpintería".

No le gustó la escuela, molesto por la presión que sobre él ejercían los docentes, era una época en que no se permitía hacer preguntas al maestro ni hablar con los compañeros, no dio muestras de talento alguno, se negaba a estudiar de memoria y molestaba con su incesante curiosidad, hablaba para preguntar, preguntar y preguntar, uno de los profesores le dijo que estaba cansado de su curiosidad sin límites y prefería que no volviese a clase, Albert contestó: "Yo no tengo la culpa de que me manden aquí, señor, créame que si por mí fuera no vendría a perder el tiempo con usted".

A los doce años recibió el primer texto de geometría, era un libro para alumnos de un curso superior, pero él lo devoró maravillado, al cumplir quince años, en 1894, su familia acosada por dificultades económicas, se mudó a Italia, pero Albert debía quedarse en Alemania hasta terminar los estudios secundarios, aunque la decisión fue producto de discusiones hogareñas: mientras el padre opinaba que no valía la pena el sacrificio porque Albert no estaba dotado, su madre insistió hasta imponer su voluntad.

Al joven Einstein no le gustaba la disciplina rigurosa (tipo cuartel), que regía en la enseñanza alemana. Vivió en una modesta pensión, donde se la pasaba leyendo, al fin decidió abandonar la escuela secundaria y se marchó a unirse con su familia en Milán, donde su afligido padre quería que siguiese una carrera práctica, pero su madre confiaba en que llegaría a profesor.

Los negocios de la familia empeoraban y debieron mudarse a Pavía, pero la rebeldía pudo con Albert y se lanzó a la aventura de recorrer el país a pie, con un bolso al hombro; atravesó la Lombardía hasta Génova, luego fue a Pisa y por último a Florencia.

Regresó flaco pero contento, su padre intentó mostrarle la realidad, pero la respuesta de Albert fue contundente, estaba decidido a estudiar geometría y física, y nada lo cambiaria

Encontró comprensión en su tío Jacob, que se comprometió a pagarle 100 francos hasta el final de sus estudios.

Como su fortaleza eran las matemáticas y no tenía título alguno de enseñanza media, se presentó en la Escuela Politécnica de Zurich, contra sus expectativas, no aprobó el examen de ingreso que se exigía a quienes no habían terminado el secundario, y para cumplir con este trámite se radicó en la pequeña ciudad de Aarau, donde había laboratorios de física y química, museo de historia natural y una sala de mapas y fotografías, allí recién cambió la actitud hosca, y consiguió el diploma que le permitía ingresar en la Escuela Politécnica, donde obtuvo su titulo en física.

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